El tremendo impacto de las medidas de contención que nos vimos obligados a adoptar en respuesta a la pandemia, ha obligado a personas y empresas a adaptarse para seguir prestando sus servicios. La velocidad de transformación y los resultados obtenidos, a menudo sorprendentes, solo fueron posibles porque ya existía la tecnología necesaria y la capacidad para implementarla.
La supervivencia fue, por tanto, el motor de esta transformación (o cambio), motivada por un cambio en las conductas condicionadas (en este caso forzadas) por un factor externo, el SARS-CoV-2. El encierro obligatorio durante el Estado de Emergencia, la distancia física y todos los cuidados que aún son necesarios para protegernos de este virus – mientras intentamos realizar actividades profesionales con la mayor «normalidad» posible – nos obligó a buscar nuevas formas de hacer eso pasa.
Cualquier proceso de transformación necesita un desencadenante que requiere cuestionar la forma tradicional de operar. Podemos tener este estímulo en el lado positivo, cuando pretendemos expandirnos a nuevos mercados o crear una propuesta de valor diferenciador, pero una vez más se hizo evidente que una crisis es un catalizador muy poderoso.
Son momentos de oportunidad, en primer lugar para aplicar el conocimiento y la tecnología, que ya tiene cierto nivel de madurez, porque el factor tiempo es determinante y no hay mucho margen de error. La implementación de nuevos procesos con nuevos recursos tecnológicos también implica capacidad y conocimiento, además de repensar a menudo el rol de cada función en la organización. Esta dimensión a menudo se pasa por alto, pero es determinante para sostener la transformación en el tiempo.
Lo que se observó con la pandemia fue un cambio radical en el contexto operativo de todo tipo de organizaciones, con la necesidad de imprimir un “go-to-market” muy rápido de los cambios necesarios, para permitir una simple continuidad de operaciones. La buena sorpresa fue la capacidad que teníamos para utilizar la tecnología disponible, abandonando prejuicios y miedos que en el pasado reciente han constituido muchas veces barreras infranqueables.
En este contexto, las decisiones se toman con mucha menos información disponible y un mayor nivel de riesgo. Por eso es fundamental asumir una actitud de mejora constante con el convencimiento de que las soluciones que adoptemos en este período son centrales para la construcción del nuevo futuro normal. Este momento debe verse como una oportunidad para continuar y acelerar la implementación de la innovación y la tecnología en todos los sectores de actividad.
Sabemos que la agilidad es hoy un imperativo y debe ser un aliado en la resiliencia de las operaciones. La integración de sistemas heredados con nuevas soluciones de relación con el cliente y ecosistemas fluidos de proveedores y socios solo es posible con un esfuerzo continuo de digitalización. La expectativa de los consumidores, al contar a la vez con una propuesta de valor personalizada y que les asegure la total confianza en el tratamiento de la información personal, requiere un cuidado extremo en el tratamiento de los datos que tienen cada vez más orígenes como consecuencia de la adopción de soluciones IoT. Este escenario hace que la tecnología sea más compleja y al mismo tiempo se integra plenamente con el negocio, no es posible, por ejemplo, gestionar el riesgo sin considerar los ciberriesgos.
Creemos que hoy más que nunca es fundamental el trabajo conjunto entre equipos tecnológicos y empresariales en todo tipo de organizaciones, con integradores y consultores tecnológicos. En el sector salud, uno de los más críticos y afectados por la pandemia, vemos a profesionales de la salud y equipos tecnológicos trabajando codo con codo para encontrar soluciones a problemas que insisten en desafiarnos y llevarnos al límite. Pero la situación no es muy diferente en casi todos los sectores de actividad, donde hemos participado en este período en procesos de transformación en empresas e instituciones públicas de Portugal y España, así como de destacados clientes internacionales.
Es fundamental que las organizaciones tecnológicas sigan evolucionando y reinventándose para convertirse en un catalizador de la evolución de sus clientes, creando excelentes soluciones tecnológicas para las organizaciones que liderarán el futuro digital, independientemente del sector de actividad. La ambición existe, pero también la convicción de que las empresas solo pueden crecer si son capaces de atraer talento en las áreas de fuerte innovación y convertir ese talento en valor para sus clientes. Porque la tecnología debe ser única en cada entidad, para ser palanca de su estrategia empresarial, y no estar condicionada por herramientas tecnológicas que no son flexibles y limitan el desempeño de las empresas y entidades públicas.
João Paulo Cabecinha, Board Member Glintt
Fuente: DINHEIRO VIVO
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